A: Mac Barnett I: Jon Klassen E: Editorial Juventud, 2014 (1ªE: Walker Books, 2014)
Sí, otra vez Jon Klassen. Todo lo que nos vamos encontrando de este autor nos gusta. Es evidente que sus ilustraciones son magníficas, pero es que, además, las historias nos encantan. Ya hemos comentado en más de una ocasión que la familia que suscribe es un poco “pava” y las historias de Jon (y por lo que vemos, también de Mac) hacen las delicias de los “pavos” (si sois de nuestro mismo género animal, ya sabéis…)
¿Cuántas veces nos habrá pasado a nosotros lo que les ocurre a Sam y Leo esta tarde de lunes?, nunca lo sabremos…
Sam y Leo deciden cavar un hoyo, ¿de cuánta profundidad?, bueno, lo normal, dejarán de cavar cuando encuentren algo espectacular. Y en cada ilustración Jon Klassen nos va enseñando una limpia y descriptiva sección del hoyo en cuestión. Claro, vemos el hoyo y el gran paquete de tierra que queda a sus lados, con sus piedrecillas, sus raicillas, sus…diamantillos…
Siempre que Sam y Leo están a punto de llegar a una de las piedras preciosas de kilates infinitos que minan el terreno (nosotros lo sabemos pero ellos no lo saben, están dentro de su hoyo) deciden que, ya que no aparece nada, deberían cavar en otra dirección, esquivando así diamantes cada vez mayores (pese a los gritos de nuestros retoños: ¡No!, ¡No!, ¡Seguid un poco maaaaaas!)
Sam y Leo pasan algo por alto: no se percatan del buen olfato de su querido perro que, una y otra vez, les indica, sin ellos saberlo, la posición de las piedras en cuestión.
Finalmente, cansados, exhaustos, se quedan dormidos dentro del hoyo. En esta ocasión la mascota no puede más: se han quedado a tan sólo diez centímetros de un delicioso hueso milenario (por todo lo que han excavado deben estar ya en el estrato del pleistoceno…) Bueno, pues ya han encontrado algo espectacular; al menos el perro. Sam y Leo ya pueden volver a casa a merendar.
Muy divertido.